lunes, 4 de julio de 2016

El hombre vacío - Un monólogo de Calderón de la Barca



La Vida es Sueño - Puesta en escena en Santa Fe, Argentina, 2016


¿Qué frenesí, qué letargo,
qué ira, qué rabia, qué furia
se va de mí apoderando?
El áspid era, sin duda,
el que con humano rostro,
bien que inhumana hermosura,
me dio la hechizada poma;
pues helado el pecho, muda
la voz, balbuciente el labio,
turbada la vista, ruda
la razón, ciego el discurso,
torpe el sentido, confusa
la vida y suspensa el alma,
me han dejado la envoltura
del barro nomás pues solo
tengo ojos, y no ven;
tengo oídos y no escuchan;
tengo manos y no tocan;
tengo labios y no gustan;
tengo pies y no se mueven;
tengo voz y no pronuncia;
y en fin, sin Entendimiento
ni Albedrío que me acudan,
tengo aliento que no alienta
y corazón que no pulsa.


Fragmento de uno de los monólogos del Hombre, en "La Vida es Sueño" (1673 - segunda obra que Calderón escribe bajo el mísmo título).

Fotografía: gentileza de www.teatrodelabarca.com

sábado, 2 de julio de 2016

El legendario viaje a Occidente




 «...Come, my friends,
'T is not too late to seek a newer world.
Push off, and sitting well in order smite
The sounding furrows; for my purpose holds
To sail beyond the sunset, and the baths
Of all the western stars, until I die.
It may be that the gulfs will wash us down:
It may be we shall touch the Happy Isles,
And see the great Achilles, whom we knew.
Tho' much is taken, much abides; and tho'
We are not now that strength which in old days
Moved earth and heaven, that which we are, we are;
One equal temper of heroic hearts,
Made weak by time and fate, but strong in will
To strive, to seek, to find, and not to yield.»

(...Venid, amigos míos.
Aún no es tarde para buscar un mundo más nuevo.
Desatracad, y sentados en perfecto orden golpead
la resonante llanura, pues me propongo
navegar hasta más allá del ocaso y de donde se bañan
todas las estrellas del poniente, hasta que muera.
Puede que las corrientes nos hundan y destruyan;
es posible que demos con las Islas Venturosas,
y veamos al gran Aquiles, a quien conocimos.
A pesar de que mucho se ha perdido, mucho queda; y, a pesar
de que no tenemos ahora el vigor que antaño
movía la tierra y los cielos, somos lo que somos:
un espíritu ecuánime de corazones heroicos,
debilitados por el tiempo y el destino,
pero con una voluntad decidida 
a combatir, buscar, encontrar y jamás rendirse.)

El poema Ulysses, de Lord Tenysson, que acabamos de citar, recrea el relato del legendario navegante en la Commedia de Dante –Inferno, XXVI,113: “siete giunti a l’occidente” –. Pero también alude a tantos viajeros medievales que buscaron el Paraíso o unas Islas fantásticas al Oeste (Avalon, Hy Brassil, etc.) tal como puede leerse en los Immrama irlandeses (entre ellos el significativo Viaje de San Brandán). Un poema anglosajón especialmente querido por  Tolkien es The Seafarer (El marinero)  en el que la vida del hombre de mar es imagen de la vida peregrina, de los que saben que no tienen en este mundo patria permanente y por ello avanzan, despojados de cosas superfluas, llenos de esperanza, hacia “el puerto que prevé la fe”. Dice el marinero: «Urge a mi espíritu  en todo momento / el afán de zarpar, de marchar peregrino / a la lejana tierra de extrañas gentes» (v. 36-38). Y más adelante: «Él no se preocupa del arpa, ni de acumular tesoros, / ni del amor de la mujer, ni de los placeres del mundo / ni de ninguna otra cosa que no sea el movimiento de las olas / porque aquel que es llamado por el mar, lo deseará para siempre» (vs. 44-47). Tolkien lo tenía indudablemente como un punto de referencia: incluso lo cita en sus dos novelas inconclusas: El camino perdido y Los Papeles del Club Notion (1945).[1] El antiguo poema reserva una bendición también para el marinero: «Bendito es aquel que vive en humildad, porque a él vendrá la gracia / de los Cielos» (vs. 106-107). El que haya leído El Silmarillon sabrá cuánto desarrolló Tolkien este relato mítico. El viaje al Oeste, como el viaje del sol hacia su ocaso, es también una imagen del “viaje impostergable”, el “nedfere” del que cantaba Beda,[2] y que tiene tan preocupado al protagonista de Hoja, de Niggle. Ambas imágenes se funden en la mitología tolkiana sobre Aman, llamado el "Reino Bendecido" y las "Tierras Imperecederas" (cf. El Silmarillion). Finalmente volvemos a encontrarnos en "Mythopoeia" del mismo Tolkien, con la consabida imagen:

«I would be with the mariners of the deep
that cut their slender planks on mountains steep
and voyage upon a vague and wandering quest,
for some have passed beyond the fabled West.»

(Quisiera estar con los marineros del mar profundo
que sus esbeltas tablas cortan en escarpadas montañas
y viajan en una misión vaga y errante,
pues algunos han pasado más allá del legendario Occidente.)




[1] T.A. Shippey en El camino a la Tierra Media (p. 336s.) comenta un par de significativos pasajes de ambas novelas en las que el tópico del poeta-que-desea-navegar-al-Oeste provoca significativas resonancias. En El camino perdido el que canta esos versos de The Seafarer es Aelfwine (en anglosajón: “amigo de los elfos”) y éstos le atraen el desprecio de los guerreros daneses, hombres prácticos y materialistas que lo consideran poco menos que un loco. En Los Papeles del Club Notion, el protagonista (un lingüista “inspirado” por Aelfwine) escribirá los versos citados arriba pero cambiando la expresión «lejana tierra de extrañas gentes» por «la isla de los Amigos Elfos en el Mundo Exterior». Por otro lado, en El camino perdido hace decir a Aelfwine: «Hay muchas cosas en las regiones del Oeste desconocidas para los hombres, maravillas y criaturas extrañas, una tierra bella y encantadora, el hogar de los Elfos y  la beatitud de los Dioses. Poco sabe el hombre del anhelo de aque a quien la vejez impide regresar». Y como un eco en Los Papeles del Club Notion el padre del protagonista parte para no regresar en su barco llamado “The Eärendel”.
[2] En la carta de Cuthbert sobre la muerte de Beda el Venerable (Epistola Cuthberti de obitu Bedae) se citan los versos anglosajones que cantaba el gran sabio y  padre de la historia inglesa: «Fore ðæm nedfere nænig wiorðe / ðonc snottora ðon him ðearf siæ / to ymbhycgenne ær his hinionge / hwæt his gastæ godes oððe yfles / æfter deað dæge doemed wiorðe» (Ante el inevitable viaje nadie es / más prudente que quien halle necesario / reflexionar, antes de su partida, / sobre el bien o el mal por los que su alma, / tras el día de la muerte, será juzgada).