«-A mí no me gusta nada de aquí: piedra y viento, hueso y
aliento. Tierra, agua, aire, todo parece
maldito. Pero es el camino que nos fue trazado.
-Sí, es verdad -dijo Sam-.
Y de haber sabido más antes de partir, no estaríamos ahora aquí
seguramente. Aunque me imagino que así
ocurre a menudo. Las hazañas de que
hablan las antiguas leyendas y canciones, señor Frodo: las aventuras, como yo las
llamaba. Yo pensaba que los personajes
maravillosos de las leyendas salían en busca de aventuras porque querían tenerlas,
y les parecían excitantes, y en cambio la vida era un tanto aburrida: una
especie de juego, por así decir. Pero
con las historias que importaban de veras, o con esas que uno guarda en la
memoria, no ocurría lo mismo. Se diría
que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que
casi siempre ya tenían los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros,
tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la
aprovecharon. Quizá, pues, si la
aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque sólo se habla de los que continuaron hasta el
fin... y no siempre terminan bien, observe usted; al menos no de ese
modo que la gente de la historia, y no la gente de fuera, llama terminar
bien. Usted sabe qué quiero
decir, volver a casa, y encontrar todo en orden, aunque no exactamente igual
que antes... como el viejo señor Bilbo.
Pero no son ésas las historias que uno prefiere escuchar, ¡aunque sean
las que uno prefiere vivir! Me gustaría
saber en qué clase de historia habremos caído.
-A mí también -dijo Frodo-.
Pero no lo sé. Y así son las
historias de la vida real. Piensa en
alguna de las que más te gustan. Tú
puedes saber, o adivinar, qué clase de historia es, si tendrá un final feliz o
un final triste, pero los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tú no querrías que lo supieran.
-No, señor, claro que
no. Beren, por ejemplo, nunca se imaginó
que conseguiría el Silmaril de la Corona de Hierro en Thangorodrim, y sin
embargo lo consiguió, y era un lugar peor y un peligro más negro que este en
que nos encontramos ahora. Pero esa es
una larga historia, naturalmente, que está más allá de la felicidad y más allá de
la tristeza... Y el Silmaril siguió su camino y llegó a Eärendil. ¡Cáspita,
señor, nunca lo había pensado hasta ahora!
Tenemos... ¡usted tiene un poco de la luz del Silmaril en ese cristal de
estrella que le regaló la Dama! Cáspita,
pensar... pensar que estamos todavía en la misma historia. ¿Las grandes historias no
terminan nunca?
-No, nunca terminan
como historias -dijo Frodo-. Pero los
protagonistas llegan a ellas y se van cuando han cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde... o
quizá temprano.»
Tolkien: El Señor de los Anillos 2/IV cap. 8
No hay comentarios:
Publicar un comentario