«Era el
mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y
también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de
la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la
desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en
derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra,
aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables
autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal,
sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.».
Charles Dickens: Historia de Dos Ciudades - 1859
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