Padre bueno que nos creaste a tu imagen y semejanza, co-creadores
contigo,
Autor y Fuente de la Verdad, el Bien y la Belleza:
Que nunca
escondamos los talentos que sembraste en nosotros,
sino que los despleguemos
como niños
que juegan ante Ti el juego de la vida,
para gloria tuya y bien de
nuestros hermanos.
Y así llevemos al corazón de los hombres,
en este mundo
necesitado de belleza,
un poco de alegría y de esperanza.
Hijo de Dios, hermano nuestro Jesucristo,
Verbo hecho carne, que
presides la danza del universo
y ordenas el caos para formar una casa para el
hombre
y hacer del hombre un templo para Dios:
Enséñanos siempre que la
auténtica belleza
es la del amor que se deja herir hasta la extrema locura de
la cruz.
Y así participemos de tu compasión redentora
que es debilidad y
fortaleza, escándalo y sabiduría.
Espíritu Santo, Amor que mueve el sol y las estrellas,
Aliento de Dios
que inspiras toda obra buena
y enciendes en nosotros el deseo infinito:
Infunde tu luz y gracia en nuestras vidas hasta que,
como una lira sensible a
tus pulsaciones,
nuestros cuerpos y almas concuerden la música del cielo y de
la tierra.
Y así, unidos a la alabanza angélica
y dando voz a las demás
creaturas,
incendiemos el mundo como una zarza,
preludio del paraíso
reencontrado, del domingo sin ocaso
en que la humanidad entera entrará en tu
descanso.
Porque tuyo es el
Reino, el Poder y la Gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
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