Pieter Bruegel: Danza en boda campesina, c.1607 |
Ellos también
giran
(de Paul Mariani)
En “Cuadros de
Brueghel” de Williams (1) giran
y giran, esos
campesinos aporreando el suelo
con sus zuecos y
sus botas al son
de los violines y
sacabuches. Cierto, nada profundo
hay allí, solo
una divertida danza de verano con
robustos varones
y hembras, rostros sudorosos captados
en un momento a
la vez cómico y triste. Pero no nos hemos pensado
con nuestras
propias vidas dando vueltas y vueltas
en el tiempo, rodando,
rondando, la mano izquierda unida
a la derecha,
hasta parecerse a la rueda de las estrellas
en su propia
solemne danza circular, oscilando
como un corro
alrededor de un invisible árbol de mayo, en su centro
una bendita danza
anular, tal como Fra Angelico
revela en su “Juicio”
(2): ese coro angélico contemplando dentro
de tu alma, así como
otros levantan la mirada hacia el brillo radiante
del momento de la
gran mudanza, ahora y para siempre, lara-lara-lo.
¿Recuerdas la
Vuelta al Mundo de las Tullerías (3), largos años
atrás? ¿El miedo que
sentías al mirar abajo en la oscuridad? ¿O el bloqueo
de tu volante,
como si lo hubiese aferrado un ángel, cuando aquel auto
se dirigía hacia
ti antes de que de alguna manera se desviara? ¿El puro
terror de ese
momento, y luego el pasmo y el alivio? ¿O el camión
que se abrió paso
hasta el auto de tu pobre madre, y el horrendo ruido
cuando aplastó su
puerta? ¡Oh Dios, la ronda de los días, destinados
al olvido, las
horas y los minutos girando y girando,
recordándonos
diariamente lo que debe venir al final. Timor
mortis conturbat me (4), canta la vieja canción, repitiendo el miedo
que envuelve y desenvuelve.
¡Ah, pero mira! Mira hacia donde alzan la vista:
esos
bienaventurados, danzando y girando en el círculo de la alabanza.
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1. “Cuadros de
Brueghel” es un poemario de William Carlos Williams (premio Pulitzer 1962)
inspirado en los cuadros del gran pintor flamenco del siglo XVI.
2. El “Juicio” de
Fra Angelico, se refiere a la representación del Juicio Final que pintó en el
siglo XV el célebre dominico Beato Fray Angélico en Florencia.
3. La Vuelta al
Mundo (la Grande Roue -rueda o noria-)
de las Tullerías, se refiere a la atracción emplazada en la Plaza de la
Concordia, en Paris.
4. Timor Domini corturbat me (el temor del
Señor me turba) es una frase del oficio de difuntos. Aparece también en el
“Lamento de Makaris” de William Dunbar c. 1505 (probablemente es la “vieja
canción” a la que se refiere el poema de Mariani) que evoca la danza macabra o
danza de la muerte, y lleva por estribillo la expresión en cuestión.
Fra Angelico: Juicio final (detalle), 1425-1430 |
They Too Go Round
(Paul Mariani)
In Williams’ Pictures from Brueghel they go round
and around, those peasants pounding the ground
with their clogs and their boots to the sound
of the fiddles and sackbuts. True, nothing profound
and around, those peasants pounding the ground
with their clogs and their boots to the sound
of the fiddles and sackbuts. True, nothing profound
there, just a rollicking midsummer dance with the stout-
rumped male and female, those suds-sodden faces caught
in a moment both comic and sad. But haven’t we all thought
of ourselves our own lives circling round and about
rumped male and female, those suds-sodden faces caught
in a moment both comic and sad. But haven’t we all thought
of ourselves our own lives circling round and about
in time’s turning, atuning, aturning, left hand
and right reaching out in a wheel like the spheres
in their own solemn round dance, pivoting round
like wheels circling some invisible maypole, at its center
and right reaching out in a wheel like the spheres
in their own solemn round dance, pivoting round
like wheels circling some invisible maypole, at its center
a ringdance of the blessèd, the way Fra Angelico
reveals in his Judgment, that angelic choir gazing as if into
your soul as others gaze upward, the radiant glow
of that sea-changing moment, now and forever, hoy hoya ho.
reveals in his Judgment, that angelic choir gazing as if into
your soul as others gaze upward, the radiant glow
of that sea-changing moment, now and forever, hoy hoya ho.
Remember the wheel at the Tuileries those long years
ago? The fear as you stared down into the dark? Or your steer-
ing wheel locking, as if gripped by some angel, that car
heading for you before it somehow veered off? The sheer
ago? The fear as you stared down into the dark? Or your steer-
ing wheel locking, as if gripped by some angel, that car
heading for you before it somehow veered off? The sheer
terror of that, then the awe and relief? Or the truck pound-
ing its way into your poor mother’s car, the sick sound
as it shredded the door? Oh God, the round of the days, each bound
for oblivion, the hours and minutes going round and around,
ing its way into your poor mother’s car, the sick sound
as it shredded the door? Oh God, the round of the days, each bound
for oblivion, the hours and minutes going round and around,
reminding us daily of what must come in the end. Timor
mortis conturbat me, sings the old song, replaying the fear
that winds and unwinds. Ah, but look! Look as upward they gaze:
those blessèd, dancing round and around in that circle of praise.