Un poema sobre el arte sub-creador, sobre el sentido de la "obsesión" humana por crear mitos. Una defensa de la fantasía poética contra la visión materialista y nihilista del mundo. De carácter poético-filosófico-teológico, puede considerarse una unidad con el ensayo del mismo autor "Sobre los cuentos de hadas" (cuya lectura recomiendo encarecidamente).
Aquí dejo la versión al castellano hecha por Alexis Lovet con la colaboración de Matías Vecino, teniendo como base las versiones de Julio César Santoyo y José M. Santamaría así como la de Rubi Brandigamo en: http://www.anarda.net/tolkien/mitopoeia.html
MITOPOEIA
A aquel que
dice que los mitos son mentiras, y por tanto sin valor, aunque sean “soplados
en trompetas de plata”.
Filomito a
Misomito
Miras los
árboles y así los denominas,
(los árboles
son “árboles” y creciendo es “crecer”);
caminas por
la tierra y hollas con paso solemne
uno de los
muchos orbes menores del Espacio:
una estrella
es una estrella, una esfera de materia
obligada a
seguir matemáticas sendas
entre lo
reglamentado, frío, vacío,
donde a cada
instante átomos predestinados declinan.
Por mandato
de una Voluntad que reverenciamos
(como
debemos), pero que apenas comprendemos,
grandes
procesos ocurren, el Tiempo se desenvuelve
desde
oscuros principios hasta metas inciertas;
y como en un
palimpsesto sin clave
con letras y
pinturas de variados matices,
innumerable
multitud de formas aparece
ora torvas,
ora delicadas, unas bellas, otras raras,
extrañas
entre sí, pero descendientes de un
remoto
Origo, mosquito, hombre, piedra y sol.
Dios hizo
las pétreas piedras, los arbóreos árboles,
la telúrica
tierra, las estelares estrellas, y esos
homúnculos
hombres que caminan por el suelo
con nervios
que estremece el contacto de la luz y el sonido.
Los
movimientos del mar, el viento en las ramas,
la hierba
verde, la lenta singularidad de las vacas,
el trueno y
el relámpago, pájaros que giran y gritan,
el barro que
sale del barro a vivir y a morir,
cada cual se
registra debidamente y se graba
en los
pliegues cerebrales con marcas distintas.
Mas los árboles
no son “árboles” hasta que se los nombra y contempla,
y nunca se
los llamó así hasta que hubo aquellos
que
desplegaron el intrincado aliento del lenguaje,
débil eco y
borrosa imagen del mundo,
pero ningún
registro ni fotografía,
siendo
adivinación, juicio y risa,
responde a
aquellos cuyo interior agitan
hondos
movimientos admonitorios, emparentados
con la vida
y la muerte de árboles, bestias, estrellas:
cautivos
libres que socavan barrotes sombríos,
escavando lo
conocido por experiencia
y extrayendo
la vena del espíritu a partir del sentido.
Grandes
poderes sacan lentamente de sí mismos,
y mirando
atrás contemplan a los elfos
que trabajan
en las sutiles forjas de la mente,
y luz y
oscuridad entretejidas en telares secretos.
No ve las
estrellas quien no las ve ante todo
hechas de
plata viva que estalla de pronto
en llamas
como flores, en una antigua canción,
cuyo eco
tras la música
hace mucho
tiempo persigue. No hay firmamento,
un mero
vacío, si no es una tienda enjoyada
tejida de
mitos y adornada por elfos; y ninguna tierra,
si no es el
vientre materno donde todo tiene nacimiento.
El corazón
del hombre no está hecho de engaños,
y obtiene
sabiduría del único que es Sabio,
y todavía lo
invoca. Aunque ahora exiliado,
el hombre no
se ha perdido ni del todo ha cambiado.
Quizá ha
perdido la Gracia, pero no ha sido destronado,
y aún
conserva los harapos de su señorío,
su dominio
del mundo por el acto creativo:
No es suyo
adorar al gran Artefacto.
Hombre,
Sub-creador, la luz refractada
a través de
quien se fragmenta un único Blanco
en numerosos
matices que se combinan sin fin
en formas
vivas que van de mente en mente.
Aunque
hallamos llenado todas las grietas del mundo
con elfos y
duendes, aunque nos atrevimos a fabricar
Dioses y sus
casas de oscuridad y de luz,
y hallamos
sembrado semillas de dragones, era nuestro derecho
(usado bien
o mal). El derecho no ha decaído.
Creamos
todavía por la ley en la que fuimos creados.
¡Sí!
¡Hilamos “sueños de deseos cumplidos”, para engañar
nuestros
tímidos corazones y derrotar el feo Hecho !
¿De dónde
viene el deseo y de dónde el poder de soñar
y el de
juzgar que unas cosas son hermosas y otras feas?
No todos los
deseos son ociosos, ni en vano
soñamos su
cumplimiento— pues el dolor es dolor,
no se desea
por sí mismo, es una enfermedad,
que
fortalece o subyuga la voluntad
en igual
desgracia. Y sólo esto del Mal
es
terriblemente cierto: que es Mal.
Benditos los
corazones tímidos que el mal odia,
que tiemblan
bajo su sombra pero aún le cierran la puerta;
no buscan
negociar, y en un aposento resguardado,
aunque
pequeño y sencillo, sobre un rústico telar
tejen telas
doradas para el lejano día
en el que
esperan y creen bajo el imperio de la Sombra.
Benditos los
hombres de la raza de Noé que construyeron
sus pequeñas
arcas, aunque frágiles y pobremente provistas,
y con
vientos contrarios avanzan hacia un fantasma,
hacia el
rumor de un puerto que prevé la fe.
Benditos los
creadores de leyendas con sus rimas
sobre cosas
que no se encuentran en el registro del tiempo.
No son ellos
quienes olvidaron la Noche,
o nos
invitan a huir hacia los deleites organizados
en
islas-loto de bendición económica
almas
perjuras por ganar un beso de Circe
(y como
imitación, producido a máquina,
la falsa
seducción del dos veces seducido).
Aquellas
islas divisaron a lo lejos, y otras aún más preciosas,
y aquellos
que oyen de ellas deben aún tener cuidado.
Ellos han
visto la Muerte y la última derrota,
y no
obstante no retroceden desesperados,
pues a
menudo a la victoria han vuelto la lira
y a amables corazones de fuego legendario,
iluminando el Ahora y oscuros días que Han
sido
con luz de soles como aún ningún hombre ha
visto.
Quisiera
poder cantar con los trovadores
y evocar lo
no visto con un tañido de cuerda.
Quisiera
estar con los marineros del mar profundo
que sus
esbeltas tablas cortan en escarpadas montañas
y viajan en
una misión vaga y errante,
pues algunos
han pasado más allá del legendario Occidente.
Quisiera ser
contado entre los locos bajo asedio
que guardan
la fortaleza interior donde su oro,
sucio y
escaso, aún conservan lealmente,
para acuñar
la vaga imagen de un rey lejano,
o en banderas fantásticas tejer los brillantes
emblemas
heráldicos de un señor aún no visto.
No quiero
caminar con vuestros monos evolucionados,
erecto y
sapiente. Ante ellos se abre
el abismo
oscuro adonde su progreso lleva
si por
misericordia de Dios el progreso termina,
y no vuelve
incesantemente al mismo
curso
estéril cambiándole el nombre.
No quiero
avanzar por ese camino chato y polvoriento,
señalando
esto y aquello como “esto” y “aquello”,
vuestro
mundo inmutable donde no tiene parte
el pequeño
creador en el arte de crear.
No me
inclinaré delante de la Corona de Hierro,
ni dejaré
caer mi propio pequeño cetro dorado.
Quizá en el
Paraíso el ojo se extravíe
con la
contemplación del Día imperecedero
para ver el
día iluminado, y renovar
con la
verdad reflejada el retrato de la Verdad.
Entonces al
ver la Tierra Bendecida verá
que todo es
como es, y sin embargo ha sido liberado:
La salvación
no cambia ni destruye
ni al jardín
ni al jardinero, ni a los niños ni a sus juguetes.
El Mal ya no
se verá, pues el mal no reside
en el cuadro
de Dios sino en el ojo torcido,
ni en la
fuente sino en la elección maliciosa,
ni en el
sonido sino en la voz desentonada.
En el
Paraíso ya no se verán fuera de lugar;
y aunque
creen cosas nuevas no harán mentiras.
Seguramente
todavía crearán, pues no habrán muerto,
y habrá
llamas en las cabezas de los poetas
y arpas donde caerán precisos los dedos:
allí cada uno elegirá para siempre del Todo.
MYTHOPOEIA
To one who said that myths were lies
and therefore worthless, even though 'breathed through silver'.
Philomythus to Misomythus
You look at trees and label them
just so,
(for trees are 'trees', and growing
is 'to grow');
you walk the earth and tread with
solemn pace
one of the many minor globes of
Space:
a star's a star, some matter in a
ball
compelled to courses mathematical
amid the regimented, cold, inane,
where destined atoms are each moment
slain.
At bidding of a Will, to which we
bend
(and must), but only dimly
apprehend,
great processes march on, as Time
unrolls
from dark beginnings to uncertain
goals;
and as on page o'erwritten without
clue,
with script and limning packed of
various hue,
an endless multitude of forms
appear,
some grim, some frail, some
beautiful, some queer,
each alien, except as kin from one
remote Origo, gnat, man, stone, and
sun.
God made the petreous rocks, the
arboreal trees,
tellurian earth, and stellar stars,
and these
homuncular men, who walk upon the
ground
with nerves that tingle touched by
light and sound.
The movements of the sea, the wind
in boughs,
green grass, the large slow oddity
of cows,
thunder and lightning, birds that
wheel and cry,
slime crawling up from mud to live
and die,
these each are duly registered and
print
the brain's contortions with a
separate dint.
Yet trees are not 'trees', until so
named and seen
and never were so named, till those
had been
who speech's involuted breath
unfurled,
faint echo and dim picture of the
world,
but neither record nor a photograph,
being divination, judgement, and a
laugh
response of those that felt astir
within
by deep monition movements that were
kin
to life and death of trees, of
beasts, of stars:
free captives undermining shadowy
bars,
digging the foreknown from
experience
and panning the vein of spirit out
of sense.
Great powers they slowly brought out
of themselves
and looking backward they beheld the
elves
that wrought on cunning forges in
the mind,
and light and dark on secret looms
entwined.
He sees no stars who does not see
them first
of living silver made that sudden
burst
to flame like flowers beneath an
ancient song,
whose very echo after-music long
has since pursued. There is no
firmament,
only a void, unless a jewelled tent
myth-woven and elf-patterned; and no
earth,
unless the mother's womb whence all
have birth.
The heart of Man is not compound of
lies,
but draws some wisdom from the only
Wise,
and still recalls him. Though now
long estranged,
Man is not wholly lost nor wholly
changed.
Dis-graced he may be, yet is not
dethroned,
and keeps the rags of lordship once
he owned,
his world-dominion by creative act:
not his to worship the great
Artefact,
Man, Sub-creator, the refracted
light
through whom is splintered from a
single White
to many hues, and endlessly combined
in living shapes that move from mind
to mind.
Though all the crannies of the world
we filled
with Elves and Goblins, though we
dared to build
Gods and their houses out of dark
and light,
and sowed the seed of dragons, 'twas
our right
(used or misused). The right has not
decayed.
We make still by the law in which
we're made.
Yes! 'wish-fulfilment dreams' we
spin to cheat
our timid hearts and ugly Fact
defeat!
Whence came the wish, and whence the
power to dream,
or some things fair and others ugly
deem?
All wishes are not idle, nor in vain
fulfilment we devise -- for pain is
pain,
not for itself to be desired, but
ill;
or else to strive or to subdue the
will
alike were graceless; and of Evil
this
alone is deadly certain: Evil is.
Blessed are the timid hearts that
evil hate
that quail in its shadow, and yet
shut the gate;
that seek no parley, and in guarded
room,
though small and bate, upon a clumsy
loom
weave tissues gilded by the far-off
day
hoped and believed in under Shadow's
sway.
Blessed are the men of Noah's race
that build
their little arks, though frail and
poorly filled,
and steer through winds contrary
towards a wraith,
a rumour of a harbour guessed by
faith.
Blessed are the legend-makers with
their rhyme
of things not found within recorded
time.
It is not they that have forgot the
Night,
or bid us flee to organized delight,
in lotus-isles of economic bliss
forswearing souls to gain a
Circe-kiss
(and counterfeit at that,
machine-produced,
bogus seduction of the
twice-seduced).
Such isles they saw afar, and ones
more fair,
and those that hear them yet may yet
beware.
They have seen Death and ultimate
defeat,
and yet they would not in despair
retreat,
but oft to victory have tuned the
lyre
and kindled hearts with legendary
fire,
illuminating Now and dark Hath-been
with light of suns as yet by no man
seen.
I would that I might with the
minstrels sing
and stir the unseen with a throbbing
string.
I would be with the mariners of the
deep
that cut their slender planks on
mountains steep
and voyage upon a vague and
wandering quest,
for some have passed beyond the
fabled West.
I would with the beleaguered fools
be told,
that keep an inner fastness where
their gold,
impure and scanty, yet they loyally
bring
to mint in image blurred of distant
king,
or in fantastic banners weave the
sheen
heraldic emblems of a lord unseen.
I will not walk with your
progressive apes,
erect and sapient. Before them gapes
the dark abyss to which their
progress tends
if by God's mercy progress ever
ends,
and does not ceaselessly revolve the
same
unfruitful course with changing of a
name.
I will not treat your dusty path and
flat,
denoting this and that by this and
that,
your world immutable wherein no part
the little maker has with maker's
art.
I bow not yet before the Iron Crown,
nor cast my own small golden sceptre
down.
In Paradise perchance the eye may
stray
from gazing upon everlasting Day
to see the day illumined, and renew
from mirrored truth the likeness of
the True.
Then looking on the Blessed Land
'twill see
that all is as it is, and yet made
free:
Salvation changes not, nor yet
destroys,
garden nor gardener, children nor
their toys.
Evil it will not see, for evil lies
not in God's picture but in crooked
eyes,
not in the source but in malicious
choice,
and not in sound but in the tuneless
voice.
In Paradise they look no more awry;
and though they make anew, they make
no lie.
Be sure they still will make, not
being dead,
and poets shall have flames upon
their head,
and harps whereon their faultless
fingers fall:
there each shall choose forever from
the All.